En esta edición de la revista Más Que Cultura, tuvimos la oportunidad de entrevistar a la directora del largometraje “Lina de Lima” y del documental “Hija”, ambos ampliamente premiados en festivales internacionales.

María Paz González estudió en el Colegio Santa Cruz y permaneció en Temuco hasta los 18 años de edad. Luego partió a Santiago, donde se tituló como periodista en la Universidad de Chile y se quedó allá trabajando.

¿Qué fue lo que le llevó desde el periodismo a dedicarse al mundo audiovisual?

Siempre me ha interesado contar historias y poder llegar a relatos que muchas veces el periodismo no te permite desarrollar en profundidad. No me siento cercana al periodismo hoy en día, aunque muchas de las cosas que estudié son super importantes. La curiosidad, el querer saber qué hay detrás de una realidad. Pero en el cine encuentro un espacio que me permite desarrollar más las inquietudes que pueda tener y me permite llegar a relatos más complejos, que dejan ver más capas de los personajes y la realidad…y desde una aproximación mucho más libre.

¿Es necesario contar con financiamiento internacional para llevar adelante una producción como “Lina de Lima”?

No siempre es necesario, pero para la ficción es una forma muy usada para levantar el financiamiento. Una película de ficción puede costar fácilmente 400 millones de pesos y para alcanzar esos montos muchas veces hay que sumar apoyo y ayuda de distintos países y trabajar colectivamente.

¿Cómo es visto el cine chileno en el concierto internacional?

El cine chileno es muy valorado a nivel mundial. Siempre hay películas chilenas en los festivales más importantes de mundo. Las historias chilenas son contigentes, reconocibles y resuenan en distintas lugares. “Lina de Lima”, habla de la migración y de la realidad de las mujeres, sin que sea desde la tragedia, sino con mucho humor. Eso es algo que puede hacer sentido en muchas partes. Esta película por ejemplo la estrené en el Festival de Toronto, que es uno de los 5 festivales más importantes del mundo y la historia resultó super reconocible, la gente se reía y empatizaba mucho con algo que ocurre al otro lado del continente. Yo diría que el cine chileno es un cine variado, contemporáneo, que mira mucho sus problemáticas, muy diverso, tiene películas que son más oscuras, más silenciosas, pero también tiene películas que son más coloridas, más divertidas, hay mucha variedad.

¿El cine chileno tiene una tendencia a presentar temas relacionados con política?

La política siempre va a ser un tema fundamental del cine. Hacer cine es una acción política. Es poner temas sobre la mesa, es fijar realidades, mirar historias que muchas veces son olvidadas. Eso es siempre político. Lo que pasa es que se asocia a que el cine es político es el que habla de Derechos Humanos, pero es mucho más que eso. Ahora, abordar temas de derechos humanos en el cine es algo que nunca se va a agotar tampoco. Durante mucho tiempo en Chile, no se pudo hacer cine porque la dictadura lo impedía, entonces cuando salimos el arte en general estaba muy en deuda con muchas historias ocultas y no contadas. Las películas estaban en deuda con revisar la propia historia, las vivencias, los dolores, y eso provocó que se hicieran muchas películas sobre este tema. Y esto quedó en el imaginario de la gente, que dice que en Chile se hacen puras películas sobre la dictadura, y hace 15 años que no. Actualmente, en Chile se hacen unas 70 películas al año y son contadas con una mano las que tienen como tema central la dictadura. Si pienso en las películas de este año, Pacto de Fuga que está ambientada en ese contexto pero no hay muchas más tampoco. Está “Tengo miedo Torero” también, pero las aristas son súper distintas, hay miles de aproximaciones. Yo diría que antes de ser una película sobre la dictadura, es una película sobre Lemebel, obviamente se cruzan muchos temas. En todo caso el cine chileno es súper diverso eso de que solo es sobre temas de dictadura es un gran prejuicio.

En cuanto a la historia y actualidad del pueblo mapuche, ¿existe material para realizar películas?

Yo creo que cualquier historia tiene potencial, o sea, uno puede hacer una película de una piedra y puede ser increíble, o puede ser una película de una mega gran historia de la Guerra de Arauco, y puede ser una gran película también. Siempre va a depender de la aproximación del director, de la mirada, del subtexto, el relato que hay detrás, lo que deja entender entre líneas. El tema mapuche es un gran tema, pero para trabajar ahí tienes que trabajar en colaboración con las comunidades y eso implica un monton de cosas. El cine muchas veces puede verse como un ejercicio muy vertical donde vas a un lugar con una idea y generas una imagen que luego se mueve por el mundo. Qué imagen salga de ahí no da lo mismo. Hay una desconfianza natural, histórica, no tengo ninguna duda de que todo les genera mucha desconfianza y es super comprensible. Entonces, es súper difícil ir y apropiarse de un relato, o ir a contar un relato en otro territorio, y ahí el desafío es que emerja un cine que viene de lo mapuche. Claudia Huaiquimilla (“Mala Junta”) por ejemplo trabaja de manera bien cercana con el pueblo mapuche y se transmite esa honestidad en su trabajo. Tampoco significa que cualquier persona puede hacer una película sobre el pueblo mapuche, creo yo que hay una responsabilidad que hay que ver cómo se ejerce.

¿Le gustaría realizar una película sobre esta temática?

Por ahora no, no tengo nada pensado en ese sentido, estoy trabajando en otras historias, pero no lo descarto. No quiere decir que no me interese, pero siento que hay otras personas que son mucho más cercanas, y están mucho más dentro de ese mundo, y me encantaría ver esos relatos. Antes de lo que yo podría decir del pueblo mapuche, creo que hay mucha gente que tiene la necesidad de hablar de algo, las películas uno las hace por necesidad, no porque quiere ver qué cosas están pegando, qué cosas funcionan, no me interesa ver el cine así. Las historias llegan, se te ponen en frente, y uno tiene la necesidad de contarlas, y eso a mí no me ha pasado con el tema mapuche, pero no descarto que me pueda suceder.

¿Cuál es el grado de independencia del director sobre los productores o quienes financian una película?

Es relativo, depende mucho de la envergadura del proyecto. Hay proyectos que son netamente comerciales, que son películas de productores, donde ellos ponen a un director, para que ejecute una idea que ya está muy clara antes. Entonces, el director pone una mirada, pero ya está todo pre definido por el productor. Y estas son películas que normalmente tienen un presupuesto alto, esperan recuperar la inversión y piensan el cine como una inversión. Cuando uno trabaja en cine independiente, la idea que prima por sobre todas las cosas es la visión del autor sobre un universo, que piensa, que registra, que imagina, entonces en ese lugar, uno trabaja en conjunto con los productores, y ellos saben lo que tú estás buscando, y te apoyan para que esa visión sea común y llegue a puerto. Son películas mucho más independientes, que no están esperando una retribución económica, en el sentido tradicional, muchas veces se hacen en gran medida con aportes de fondos nacionales, internacionales. Son películas que no pasan por si es más chistoso o menos chistoso, o si va más gente o menos gente, sino que pasan por cómo el autor está concibiendo, problematizando una realidad, dándole vueltas a ciertos conflictos, que le parecen contingentes, significativos y que podrían serlo también para los espectadores. Es un cine que se lo suele llamar cine arte, pero no necesariamente quiere decir que sea aburrido, sino que surge de inquietudes más sociales, más políticas. Desde esos lugares se empiezan a armar los proyectos, de miradas autorales, poéticas, un cine que se hace ese tipo de preguntas.

¿Fue importante haber estado entre las posibles películas a representar a Chile en los premios Oscar?

Cada película tiene sus propias aspiraciones, pretensiones, ambiciones. A mí en realidad me interesa hacer las películas que quiero hacer, y ver la mejor manera de poder lograrlo. Puede sonar super “loser” pero en realidad no tengo un rollo con los premios. Si pasa siempre es lindo siempre porque también son formas de acercarse a audiencias y de hacer más fácil el próximo proyecto, pero no me quita el sueño. Lo del Oscar tiene mucho de juego también. Tiene esa carga de la fama que es media chistosa en el cine y en este caso “Lina de Lima” tenía hartos méritos para avanzar, pero bueno hay mucho de azar en todo esto también.  Son una conjunción de cosas, de suertes, méritos y casualidades. No es que una película sea mejor o peor porque ganó tal o tal cosa. A veces eso coincide un poco pero no es para nada una regla.

Las películas van encontrando sus espacios, sus lugares, sus voces. Así es como yo lo miro.

Me imagino que muchas personas pueden trabajar para lograr determinado premio, y todo bien con eso, pero en realidad me cuesta ver así así mi trabajo.

¿Qué quiso transmitir con la pelicula “Lina de Lima”?

Lina de Lima es una película que habla sobre una mujer que vive lejos de su casa, y que ha cortado las relaciones con sus hijos. Ella es migrante, es nana, es mujer, tiene un montón de niveles, siempre el relato tiende a aplanar un poco las posibilidades de los personajes, y a decir “este personaje es esto”, “esta otra es esto otro”, y creo que precisamente son los lugares que hay que cuestionar, esta es una película sobre una mujer que tiene 35 años, y que tiene a sus hijos lejos, y eso la hace cuestionarse su presente, sus sueños, sus aspiraciones, sus deseos. Un relato que es divertido, que remueve ciertos estereotipos y lugares comunes para pensar a los personajes, sobre todo los personajes femeninos.

¿Hay formas de transmitir un mensaje que sólo se dan en el lenguaje audiovisual?

Yo creo que ese es el desafío de cada película, cada película tiene que lograr tener un valor como película, no como historia simplemente. Yo hago hartas clases, y siempre converso eso con los estudiantes. Les pregunto por qué esto tiene que ser una película y no un libro, por qué no un cuento. Para mí ahí, el trabajo de la fotografía, de lo cinematográfico, el trabajo de una mirada, que se queda en el plano, que se te va hacia el corazón, son cosas que uno no puede encontrar en un libro. La representación de los actores, el trabajo de la sensibilidad que tiene el registro del lente, es algo que sólo tiene el cine, y que a mí obviamente también me interesa sacarle todo el partido del mundo.

Como espectadores, ¿Qué podemos hacer frente a la tremenda oferta de películas y series disponibles en las plataformas de internet?

La gente tiene que informarse, a mí también me pasa, cada vez que prendo Netflix, yo no veo Netflix casi, busco cosas específicas que quiero ver, y veo dónde encontrarlas, y echo de menos volver al cine, y poder ver una pantalla grande, el sonido es otra cosa. Es un tema saber qué ver y dónde. Se junta todo con todo y es fácil perderse y marearse con tanta oferta. Es complicado. Hay que saber distinguir y también saber qué tipo de experiencia quiere uno, qué quiero buscar, qué me interesa. Pero en general, busco buenas historias, investigo los directores que me interesan, los actores que me interesan, busco eso, estética, busco harto humor, me interesa harto el humor en las películas. Me gusta harto el humor que viene de lo cotidiano. Busco también películas que tengan personajes complejos, que sean dramas, cosas de la vida cotidiana donde uno pueda empatizar, no soy mucho de acción, ni de ciencia ficción, no engancho tanto. “Historia de un Matrimonio” está muy buena, pero en la medida que uno se va informando, y va conociendo algunos directores, algunos trabajos que te gustan, vas tratando de seguirlos. Casi nada de lo que quiero buscar suele estar en Netflix. Busco más en Mubi, que es una plataforma de películas de autor, y ellos seleccionan para ti, entonces hay un catálogo mucho más acotado, de películas que sé que tienen más opciones de interesarme, me siento menos en la jungla ahí.

Actualmente está trabajando en un nuevo largometraje, ¿ya están rodando?

Al trabajar en una película, lo que menos hace uno es filmar, es lo más corto. Es todo súper lento, yo estoy recién escribiendo, y eso puede tomar años, a mí me toma un año por lo menos, harto tiempo. Levantar el financiemiento toma algunos años también, entonces no sé…sería hermoso poder filmar en dos años más. Ojalá se pueda.

¿Y cuál es la temática?

Es sobre el mundo de los pacientes simulados, que es un mundo que me interesa bastante, que es sobre los actores que trabajan en universidades privadas, de medicina, donde tienen que interpretar otros personajes que no son ellos, tiene que ver con lo que comentaba de los estereotipos, de lo que esperan de ti versus lo que realmente eres. A veces es súper fácil interpretar otros roles, y uno no sabe bien quién es uno mismo, cuál es el rol de uno, entonces la protagonista es un personaje que está en esa encrucijada. A partir de un hecho que pasa en un edificio ella comienza a cuestionarse qué es lo que está mal con ella misma. Es un drama con toques de comedia.

¿Cómo ha afectado la pandemia en tu trabajo?

Para la película (“Lina de Lima”) fue bien terrible, porque nosotros íbamos a estrenar en noviembre del año pasado, pero con todo lo de la revuelta social, lo corrimos para marzo, estábamos listos en marzo, y vino la cuarentena, entonces lo tuvimos que correr para ahora recién, pero bueno, hay gente que está mucho peor. La última proyección que tuvimos en marzo antes del estreno que tuvimos que cancelar fue en Temuco en un ciclo que organiza Bruno Toro con el Pabellón Araucanía. Estuvo super lindo, estuvimos conversando de la película en las radios y el diario. Siempre me acordaré de esa función a sala llena que era un preámbulo a las salas y que terminó siento lo único presencial en esos días.

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