Columna de opinión: Escribano de Valencia

Ya es archiconocida la expresión con la cual el Ministro París da la palabra a todos los que le acompañan en la testera ministerial, que enfrenta la gran crisis que vivimos asociada al Covid-19, con la cual se han confeccionado diversos memes. Entre los que destacan el típico marido vividor que viene llegando fuera de horario familiar, y ante la pregunta de ¿por qué vienes llegando a esta hora? Él –haciendo el gracioso- responde: “esta pregunta la va a contestar la Dra. Daza”.

Ante tal escenario, que no va a cambiar tan rápido como quisiéramos, me pregunto, ¿será que la parsimoniosa subsecretaria se transformará en un personaje de nuestro mítico ideario colectivo? Algo así como “un teniente Bello”, que todos conocemos a pesar de lo perdido, o “un Moya” que se hace cargo de las cuentas que los demás no pagan, o el famosísimo “Perico Los Palotes”; y que en este caso denominaría a la que responde lo que no se quiere o no tiene respuesta; sería algo así como “un responde Daza”, o “te toca Daza”. Y es que una expresión tan sencilla, utilizada para darle la palabra a otra interlocutora válida en tamaña crisis, vuelve “una vez más” a ser utilizada a favor de nuestra propia idiosincrasia. Es que es muy chilensis esa carita de “yo no fui” con que enfrentamos tantas cosas cotidianas, cuando en realidad cada uno sabe lo que le toca contestar. Es que si hay muchas preguntas que no tienen respuestas, es porque hay muchos que no se hacen “responsables”; en efecto, “responsable” dícese de aquel que debiera responder, o que se hace cargo de responder. Y en Chile ya es cultural aquello de que nadie responde por nada, al extremo de tirarse debajo de una camioneta para no responder, o no hacerse responsable ante la infracción del aforo de encuentros, más allá que sea religiosa o no la naturaleza del encuentro. Queremos protagonizar los hechos detrás de una cámara donde no ponemos ni nuestra foto. Es que dar la cara no es cosa fácil.

En nuestro país hubo una pregunta que duró décadas en ser contestadas (¿dónde están?), y bien sabemos que sus respuestas eran parte de la mínima acción de restituir en algo la justicia ante el dolor que produce la desaparición de los seres queridos. Hay muchas preguntas que ninguno responde, por años, a una ciudadanía que está llena de inquietudes de cómo llegar a fin de mes, cómo pagar dividendos, contribuciones, o de cómo será la vida después de los 60 años. Es que hay preguntas que no son una mera curiosidad, sino que nos preocupan. Hay preguntas que no podemos eludir, ya sea a nivel social como individual; y es que –dicho sea de paso- la suma de las conductas individuales, también cambian estructuras; pensemos en la manera cómo influyen las encuestas y las tendencias a la hora de los retiros de “nuestros” fondos de pensiones. En consecuencia, hay preguntas para todos; y que deben ser respondidas por aquellos que le corresponde; sino se levantan unos pocos “que tienen respuesta para todo”; y se hacen cargo de esas preguntas, no haciendo otra cosa que darnos “una respuesta” para dejarnos tranquilos. Mi abuela decía: nada más que un “palique”, como dulce para niño, a propósito de los huevos de pascua, pero que no responde a lo sustancial.

En síntesis, querido y querida lectora, sin caer en la moralina, pero guiado por el sentido común hagámonos responsables, desde lo más pequeño hasta lo más grande. Desde la respuesta ante las situaciones familiares, laborales y las de interés social, en las que también podemos y debemos decir nuestro parecer, para eso son las elecciones en las democracias. El sabio nazareno, a quien hemos recordado en su muerte y resurrección en esta Semana Santa decía “el que es fiel en lo poco es también fiel en lo mucho”; en definitiva, nadie puede ser responsable solo en lo grande, porque los detalles son los que hacen las grandes cosas.

Entonces, hay que prepararse para que no nos sorprendan mal parados y busquemos “chutear” para otro lado, cuando digan “ante esta pregunta va a responder…”

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