Por Gerardo Hiriart Le Bert

Si nací en enero de 1942, lo más antiguo que podré recordar serán algunas imágenes de 1945 o 46. Se hablaba mucho de la Guerra Mundial, que había que ayudar a los refugiados. Conservo un lienzo con bordados de lana que mis papás compraron en una de las tantas kermeses que se hacían para juntar dinero para la resistencia o para los refugiados. Lo hizo una señora Lamoliat, amiga de mi mamá.

Me presento: Soy Gerardo Hiriart Le Bert, nacido en Temuco el 15 de enero de 1942. No nací en una clínica; nací en el Banco de Chile, donde mi abuelo Víctor Le Bert era Agente en Temuco. Soy el segundo de seis hermanos. Mi papá Eugenio Hiriart, nacido en Los Ángeles en 1910, hijo de Martín Hiriart (originario de Hasparren, País Vasco Francés) y de Elena Montory, nacida en Carampangue, descendiente de los de la Villa de Montory del mismo País Vasco Francés.

Mi primera infancia fue siempre en el campo, en el Fundo Maipo, campo que compró mi abuelo Martín a finales de los 30´y al cual llamó a mi padre a incorporarse como su administrador cuando recién había llegado de Francia con su título de ingeniero HEI de la Universidad de Lílle y había tenido sólo unos escarceos con la ingeniería chilena trabajando en la sección de Puentes de Ferrocarriles de Chile.

Mi papá conoció (y se casó) a Alicia Le Bert cuando ésta, en un paseo con sus hermanos y sus amigas Cabrera se quedaron en pana en el camino a Imperial y fueron a pedir ayuda al Fundo Maipo donde Eugenio (Cheno) los atendió.

El 8 de diciembre se casaron Cheno y Alicia, estableciéndose momentáneamente en un alero de la casa principal de los abuelos en el Fundo Maipo, hasta que mi papá construyó una casa propia, en el mismo fundo, con una linda vista al norte y al sur.

Circunstancialmente vivimos (éramos tres hermanos en esos tiempos) en un fundo arrendado al señor Bentjerodt en Allipén. Aislados del mundo, pero de gratos recuerdos para mi mamá.

Este relato comienza de regreso en Maipo, alejados de la ciudad, donde al no ir a la escuela, la enseñanza se suplía con una institutriz en casa que desde temprano nos correteaba a Mauricio y a mí para la lección del día. Todo era en francés y de manera bastante informal. Aprendí a leer y algo de matemáticas, incluidas las tablas de multiplicar, todo en francés.

¿Recuerda alguien el libro de lectura “Le sou dans la rue” y el abecedario del aeiou con papepipopu?. El cuento del Lobo que pegunta por el camino más corto para llegar a Redil. Los rezos por la noche, todo en francés (Todavía los recuerdo de memoria. Todos terminaban en ansisuatil!). Los tres mayores grabamos en un disco de plástico, pionero de la época, el cuento del Petit Poussé para mandárselo al tío cura en Mauleon, quien fuera el tutor de mi papá mientras estudiaba en Francia.

Nos mandaron a Mauricio y a mí, internos a la Alianza francesa de Traiguén 6 meses. Fue una experiencia algo traumática. Estábamos en una pensión de franceses y europeos en general. El dueño era Monsieur Coulomb y la administraba la Tatá. El Director de la Alianza era Mr Audrean. Todo era en francés. De mis compañeros recuerdo a tres lindas italianas de Capitán Pastene, Nora Rina y Orietta Cortessi Castagnoli. Suizos los hermanos Shealkly, Maurer y otros que sólo recuerdo su cara.

Finalmente nos regresaron al campo en Temuco y matricularon en el Instituto San José y mi hermana Cecilia en la Santa Cruz. Cada mañana nos llevaban en auto al pueblo, con unos fríos tremendos en invierno, acompañados de lluvias torrenciales.

Mauricio y Gerardo Hiriart Le Bert en los años 50, montando sus respectivos caballos en el Fundo Maipo de Temuco.

Comparte esta publicación en tus redes

Última Edición